De momento, “Paisanazo” dice
hasta siempre y, también,
gracias. El Ciclo de Arte Popular promovido por
la Agrupación 26 de Julio, realizó su quinta jornada el sábado
pasado, tratándose de un cierre que representó ajustadamente la
quintaesencia de esta iniciativa concebida, fundamentalmente, como la
apertura de una nueva posibilidad de expresión
artística. En otras palabras, una iniciativa política.
En el
Espacio Cultural Pedro Paisano Frías, pocos minutos más tarde de las 21
horas, quedaban ya pocos lugares disponibles para predisponerse a vivir
una noche singular. A la vez de quedar inaugurada
(sin necesidad de formalismos profusos) la exposición de dibujos de
Agustina Lupo, una serie de diez obras que, según la propia autora,
reflejan “través de escenarios
imaginarios, mi universo como mujer, buscando reflejar feminidad
en relación con la naturaleza como madre y sus elementos: aire, fuego,
agua, tierra”, tuvo lugar la proyección de tres cortos del realizador
azuleño Emiliano Silva.
Tres producciones que con impronta de videoclip,
no desestiman un abordaje más profundo y una
perspectiva que ahonda en una idea pivot: qué determinación tenemos
ante aquello que la pantalla nos impera atender.
Pasadas
las 22 horas, a sala llena, comenzó el recital de Paula Villamayor y su
grupo, denominado “Clave y Manifiesto”. Casi una veintena de canciones
dividida en dos partes
(con un desarrollo mayormente acústico durante la primera).
Composiciones surgidas en el seno del grupo, como “Bruma” y “Sangre
Negra” (ambas con letra de María Cristina Cordido), “Los descalzos”,
“Oscura llave” y “Hay coplas”; y versiones de un cancionero
tan amplio como el continente que nos alberga, signados por temáticas
que no desatienden el pulso social actual: “Manifiesto” (Víctor Jara),
“Niños” (Pedro Guerra) y “Barro tal vez” (Spinetta), “El cantante”
(Ruben Blades). Un gran presente de una intérprete
azuleña -y su banda- que, inquieta, siempre gusta de alternar sus
ropajes musicales.
Considerando
la jornada en la que el periodista y escritor Gustavo Veiga presentó su
libro “La vuelta al fútbol en 50 historias”, el Ciclo “Paisanazo”
concretó seis fechas en
la esquina de Moreno y Guaminí, pugnando el máximo apego posible a la
necesidad de respetar y empoderar las expresiones artísticas vernáculas.
Quizá el desgarbado rosarino aún tiene razón: no todo está perdido si
se puede ofrecer el corazón.
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